lunes, 14 de junio de 2010

Persuádeme.

Persuádeme en caricias … ,
con las percepciones furtivas
guardadas en tu picara mirada,
que repleta de misterios clandestinos
vela los secretos ocultos de tu alma.

Inúndame de tu cuerpo y de su calor
para dame el brillo de tu atisbo,
en la proporción de el abrazo
de esta alabanza que te doy en pago.

Por nombrarte dueña de mi amor,
por que la dilección de tu existencia
es la luz del candil de mi morada,
que desea guardar el tesoro de tu verdad.

Esa… que siempre parece que escondes,
preñada en la acaudalada levedad calmada
de la susceptible certeza insatisfecha,
que cela la insaciable frivolidad de tus ojos.

Pero… te siento en la esencia
de mi corazón y tu quietud,
tan solo como una ilusión ilusionada….

“Habría de faltarme el aliento”

Y aun siendo parco en refranes,
no sabría expresarte uno
para trazar una senda en tu vida,
que consolide fuerte la mía.

Y pienso que si no existe lugar,
en esta tierra para tapar el frío
de estas, mis largas noches,
quería saber que hacer
para curar este tiempo.

Pues pasando no pasa si no cansa..
en un deslizar malvado,
que duele tan fuerte como el final
y que por no ser virtud ni pecado,
sabe a la melancolía de la realidad.

Josean, junio de 2010.

Mi abuelo Antonio.

En esta sosegada tarde de calma
aflora en mi un espejo de nostalgias,
que invade los reflejos de mis recuerdos
y determina escapar hacía ti mi alma.

¿Dónde estas abuelito?, ven a la vera mía,
tráeme la niñez de aquellos momentos,
llévame contigo hacía esos aromas de familia
en los que tu elenco forjó mis sentimientos.

Te recuerdo siempre, equinoccio del alma mía,
génesis de mi ser, viejito de arrugas marcadas
junto a mi madre… grabaste mi esencia
al ser todo en mi tierra y la cima de mi montaña.

Por viejo que yo llegara, jamás te olvidaría,
ganaste lo mejor de mi infancia
y aunque ahora… tornas en melancolía,
tengo un recuerdo feliz con el que agotar mi vida.

Fuiste de mi niñez maestro de ilusiones y alegrías,
nunca olvidare cuando de tu mano me llevabas
Y nacía la tarde, suave, fresca, Ciezana,
donde el sol se escondía entre rojizas nubes tempranas

Y a través de prontuarios de brillos
se bañaban los campos
de primavera y tierra escarchada,
plantada de huertos presuntuosos
donde nacían esas historias que me contabas
Y que me hacían ser héroe
de esas aventuras y batallas

Campos de Presumidas hojas,
de nobles árboles engreídos por sus flores
que daban cobijo a las hadas
entre esos altaneros almendros,
donde de verde sus finas ropas aliñaban
con la sabía de parras de uvas preñadas.


“Mira abuelito la acequia trae agua
dame de beber de tus maños…
es tan cristalina y fresca
que quiero probarla.”

“No tardare, ya se que..
la tarde nos alcanza.”


Joseán, junio de 2010.